martes, 31 de octubre de 2017

GENERACION ROBADA - ALMUDENA PLACER


Generación robada, por el miedo,

Miedo a la dictadura, al cambio

Generación robada, por la emigración

Emigración obligada por el hambre.

Generación robada, por un virus llamado polio

Virus que dejo secuelas y muerte

Olvidado en el tiempo 

tiempo de superación, de voluntad, de paciencia.

Ahora en este tiempo, sin fuerzas, 

Con cuerpos cansados, cuerpos con sed de cuidados, 

Mentes agotadas, de luchas inagotables, 

Impotencia, tristeza, dolor.

Gritando basta ya, 

Momento de encontrarnos, para poder trasformar el olvido.

El reposo del guerrero ha llegado,

Para seguir con fuerza, superación y voluntad, 

Hacia un tiempo de aceptación y paz.

Esa generación robada que dejo huella.




HAY QUE TOCAR FONDO – MARIA GOMEZ CAMINERO




Hay que tocar fondo.
Revolcarte en las entrañas de lo podrido.
Saborear el vacío infinito de la muerte en vida. 
Retorcer el alma con los sentimientos y la desazón. 
Vivir al límite del sentir.
Sentir sin límites.
Entregarlo todo a cambio de nada.
Ser entera. 
Ahora toca abrir las ventanas. 
Limpiar los rincones de marañas. 
Entregarse a la nada. 
Dejar de doler. 
Dejar de toser.
Sale el sol. 
Se van las nubes. 
En el cielo no hay patáceos migrando. 
Ni rapaces acechando. 
El aire es puro. 
Por fin llovió.





lunes, 30 de octubre de 2017


NIÑOS DE LA POLIO  por JOSE VICENTE GARCIA TORRIJOS


NIÑOS DE LA POLIO

Cuesta en ocasiones echar la vista atrás, hacia aquel tiempo desolado y austero, donde una cruz bajo la que apilar vencidos tenía más valor que un suero hacedor de vida. ¡A Dios se llegaba con resignación y sufrimiento! En esos años oscuros, cargados de coplas, radionovelas y espíritu nacional fuimos abriendo los ojos al mundo nosotros, los niños de la polio. Nacimos sanos, de vientres deseados, pero el azar con su dedo negro nos fue eligiendo, caminando sobre la alfombra roja de un régimen desprotector y sórdido.
Y la lluvia desbordó en lágrimas, y padres y madres, heroicos, cambiaron angustia y lamentos por lucha extenuada, en un largo camino por vernos caminar. 
Nunca hubo ni habrá suficiente agradecimiento.
La epidemia de polio golpeó con dureza al mundo durante la década de los 50. Y se cebó con los niños. Numerosos países sufrieron sus consecuencias. Tras unas gigantescas campañas para recaudar fondos como nunca en la historia se habían visto, en 1955, la vacuna inyectable descubierta por el doctor Jonas Salk comenzó a distribuirse gratis y masivamente en la mayoría de las naciones occidentales “¡No se puede patentar el sol!”. Desde ese momento por todas partes comenzaron a pasar página de una de las plagas más desoladoras del siglo XX. 
Excepto en España.
En este país, hoy de nuevo tan convulso, las características derivadas de una atroz dictadura y las luchas internas entre las distintas facciones del poder (falangistas contra militares) hizo especialmente sangrante y particularmente miserable la ausencia de ese fluido inmunizador. La existencia de la vacuna se silenció de modo público hasta 1963, dejando durante ocho años los hospitales y dispensarios sembrados de contagiados, con su carga de padecimiento y duelo: 2.000 niñas y niños muertos y más de 14.000 con graves secuelas paralíticas de por vida. 
Éramos nosotros.
Luego bastaron tres gotitas sobre un terrón de azúcar, dulce combinación. El principio del fin de la pesadilla.
Tras años esculpidos en hierro, sudor y tesón, de esos que forjan el carácter, de infancias cegadas por luces blancas y muros grises; de sanatorios, hábitos religiosos y cicatrices que escocían hasta la súplica; de pulmones de acero, paños de agua hirviendo y electrodos que enervaban músculos y sacudían el alma; después de que al fin el milagro a tanto esfuerzo, dolor y paciencia fueran unas escuálidas piernas de alambre como estigma de vida…, ahora todo vuelve a empezar. El virus de la polio, silencioso, agazapado, siempre fue un mal compañero de viaje. ¡De los que no te olvidan!
Hoy, que la mayoría de aquellos afectados de polio rondamos la cincuentena de edad, sufrimos unas secuelas inesperadas. Poder caminar, aprender a correr solo fue un oasis, un simple paréntesis. Pareciese que el quebranto que nos dejó siendo tan pequeños nunca hubiese sido bastante. Los Efectos Tardíos de la Polio y el Síndrome PostPolio nos han traído más daño y discapacidad, arrebatándonos las escasas fuerzas que nos quedan, apartándonos de una sociedad que de nuevo nos ignora. 
Nos han ido excluyendo de nuestras profesiones, sin darnos más opciones laborales, relegándonos a pensiones escasas, cuando no miserables con las que subsistir, con el cuerpo cansado, agotado de luchar el doble para alcanzar la mitad. Nos sentimos extenuados, marginados de pagar prótesis ortopédicas, bastones y elementos de movilidad que no son sino nuestras piernas; de las miradas humillantes y las palabras ofensivas por una plaza de aparcamiento, del escalón que divide y las barreras que frenan y sobre todo del desaire social, de que tribunales y médicos nos ignoren por su falta de interés, del desconocimiento de una enfermedad que fue pasado pero con unas secuelas graves y muy presentes. 
Tan solo pedimos que no seamos ignorados, que se nos reconozca y se nos escuche.
Fuimos víctimas de la negligencia del franquismo, hoy somos los grandes olvidados de la democracia. Nosotros, los supervivientes de la polio, somos parte de la Memoria Histórica de este país. Va siendo hora de hacer justicia.
24 de octubre, Día Mundial Contra la Polio y el Síndrome PostPolio





VOLAR CON ALAS DE TRAPO


Érase una vez una niña que corría imaginándose en el aire, sus piernas aun inseguras arrancaban al vuelo cual pequeños motores. El zumbido del viento estallaba en su cara mientras la pequeña cerrando sus ojos estiraba sus brazos como alas y volaba.
Esta niña, idéntica a otros miles de niños y de niñas era la alegría de la casa, sus risas rompían la monotonía de los días calurosos de verano o alimentaban el fuego en los crudos días de invierno. Volar….el deseo primitivo, volar surcando los mares, volar viendo desde arriba pueblos, campos y ciudades, volar siguiendo el compás que marcaban los dos motores.

Érase una vez un monstruo que se alimentaba de los sueños de los niños, un monstruo que elegía con cautela y con tesón, un monstruo que no cejaba en su empeño de perseguir a los niños para robarles sus sueños. El monstruo se acercó a nuestra niña y sin piedad la atacó.

Días llenos de tristeza, avioncito estropeado que ya no puede volar, que lucha por ver el cielo dentro de un pulmón de acero, que después cambia el viento y el aire por el agua convirtiéndose en un pez. Y todo nace de nuevo, todo vuelve a resurgir.

Érase una vez una niña a quien por siempre un monstruo hizo compañía, piernas de trapo no pueden volar, dos motorcitos estropeados, a veces solo uno con el que es difícil despegar. Es entonces cuando se hace el milagro y aparecen las alas de trapo, alas mágicas que elevan más allá de la imaginación, vida dura y a veces triste pero siempre acariciada por chispitas de ilusión.
Volar con alas de trapo es aprender a vivir con el deseo de mejorar, es soñar lo inimaginable, es luchar por abrirse camino, es crecer superando fracasos y frustraciones, es tener una capacidad de resiliencia enorme.

Volar con alas de trapo es creer en los brazos curativos de una madre, es tener hermanos y amigos que nos arrastran en post de ellos a fantasear. Volar con alas de trapo, son sentimientos, canciones, trozos de vida, momentos, instantes, ráfagas de viento, dolor e ilusión.

Frida Khalo otra niña más que se hizo mujer en compañía de su monstruo particular dijo un dia: “Pies para que os quiero, si tengo alas para volar!.


MI intención al crear este blog es la de compartir un espacio donde quienes quieran visitarnos puedan hacerlo sintiendo un poquito de ese volar con alas de trapo. Os agradezco todas las aportaciones que podáis hacerme llegar en este blog todo lo que aportéis es valido: vida, pensamientos, sentimientos, experiencias, notas, fotos, canciones…….TODO. Compartimos nuestra vida con nuestro monstruo particular: LA POLIO, este es el principal motivo de que desde edades remotas hayamos aprendido a volar con alas de trapo.