miércoles, 5 de enero de 2022

 DE CARMEN MARTINEZ-RAPOSO PIEDRAFITA


NOCHE DE REYES

La noche de Reyes, siempre es mágica, sobre todo si eres niño o tienes niños cerca. Mi primer recuerdo de una noche de  Reyes es del año 62, llevaba 4 meses ya ingresada en el Hospital Gómez Ulla de Madrid, la maldita polio hizo que mis piernas fueran como trapo. En el hospital, solo había un par de niños, Maribel que era más mayor y Julito que estaba en el pulmón de acero. Mi madre llevaba todos esos meses a mi lado.  Me rodeaban soldados ingresados por otras enfermedades infecciosas, no recuerdo ningún nombre,  pero consiguieron que esa noche fuera inolvidable, se disfrazaron para mí, burlando a la monja que hacía guardia, y me pintaron esa sonrisa que veis. 

Ese año los Reyes me dejaron además del recuerdo una muñeca que se llamaba Filo. 

Mi homenaje a esos chicos, a mi madre y también a mi hermano que ese año no tuvo él a su mamá y mi deseo de que no olvidemos al niño ilusionado que todos tenemos.




 DE KAREN GUZMAN MISS WEELCHAIR EL SAVADOR.



CRECER ENTRE DOS MUNDOS

Yo crecí entre dos mundos: El "normal" que sabía que yo era diferente pero me aceptaba: y el de "discapacidad" que me veían como bicho extraño por ser "demasiado independiente para mi condición". Bien se dice que lo que no te mata te hace más fuerte, pero se dio el caso en que mi fuerza se confundió con mi fortaleza y cuando mi fuerza comenzó a fallar por problemas físicos, no faltó quién lo tomó como "Eso es mental", "¿Qué te pasa? Si sos la persona más fuerte que he conocido", "Estás engordando porque mucho comes y ya no haces ejercicios", "No creo que el dolor sea para tanto como para que llores por dar unos pasos". "Es que te quieres poner a la par de tus amigas que usan silla de ruedas y por eso insistes en usarla".... Puedo seguir y no acabo... El constante escrutinio en el que he vivido sometida desde que "dejé de ser como cuando era niña o más joven", me molesta, si, pero no me hace sentir mal -aunque en su momento, años atrás lloré por palabras hirientes que venían de mis seres queridos. Las personas ajenas nunca han logrado hacer mella en mí-. Gracias a todo lo que pasé desde niña, yendo a terapias que solo Dios sabe ¡CUANTO DUELEN! Haciendo ejercicios, yendo y viniendo caminando, "saltando y corriendo" a mi modo, pero jugando y siendo feliz como cualquier niña  a pesar del dolor físico que no reflejaba más que cuando estaba en los hospitales o donde el bendito y querido Sr. Guadrón (Q. E. P. D.), que me hacía mis aparatos ortopédicos y me hacía llorar en cada toma de medidas y me obligaba a pararme erguida (lo cual agradezco porque evitó más daño en mi espalda a esa edad) para que caminara mejor. Siendo regañada y tratando de ser menospreciada por no ser el estereotipo de la persona/niñ@ que da lástima por su condición sino siendo fuerte, enérgica, alegre.... ¡FELIZ! Dentro de mi vida " normal" hice travesuras y me castigaron, aprendí a hacer las cosas de la casa, a cocinar, a cuidar de mí y de mi hermana menor.... A ser "mamá" de esa hermana mientras nuestra madre trabajaba en otro país para mantenernos después que papá murió. Cuando estaba en el colegio, llegó la edad de los enamoramientos y a mí no me interesaba. Las niñas se emocionaban al ver a los del colegio vecino y yo, ni me inmutaba. Creo que a pesar de la edad, en ese aspecto, me había saltado esa etapa y era más madura que las otras, pero me divertía y me alegraba al verlas vivir la experiencia del "primer amor". Cuando llegó mi momento, lo viví igual que ellas, con la misma inocencia y alegría. No me perdí de nada que se viva a esa edad, solo que lo hice con un par de años más. Me equivoqué muchas veces, fui descuidada o confiada y me metí en problemas de los que aprendí la lección. Nunca he sido la fiel representación ni de perfección ni de responsabilidad, pero he hecho mi mejor esfuerzo. Crecí y me encontré con muchas cosas de la vida diaria que cualquiera vive: Amé, me rompieron el corazón, seguí y volví a amar... De ese amor nació lo más preciado que tengo que es mi hija y no sé qué depara el destino en ese aspecto, ¡pero estoy lista para enfrentarlo! Durante muchos años pensé que era la única que era así (en cuanto a mi independencia con mi discapacidad) pero encontré no solo otras amigas sino grandes ejemplos que son como mis hermanas ahora, que me hicieron sentir bienvenida en una parte de mi vida que siempre había sido rechazada y temida hasta cierto punto. Aprendo día a día con ellas y con otros y trato de ayudar en lo posible. Hay algunos seres que son felices si minimizan a otros para sentirse grandes, siempre se ha dado ese fenómeno en las sociedades, pero eso no define a nadie, si no lo permite. Puedo no ser como otros quisieran, no lo haré porque no quiero. Solamente me debo a mí misma, ser la persona que quiero ser y enseñarle a mi hija a ser quien ella desee ser y no permitir que nadie menoscabe su dignidad, amor propio y su felicidad. Las bendiciones si se comparten, se multiplican y eso, es el granito de arena que vine a aportar al mundo. 💖🙏🏻