miércoles, 29 de agosto de 2018

TODA UNA VIDA LUCHANDO... - EDUARDO ACEVEDO



Aún quedamos unos miles en España, aquellos que sobrevivimos a la epidemia, pero que fuimos matriculados por la gracia del régimen aquel para realizar el difícil curso de vivir la vida en inferioridad de condiciones.
Todos hemos aprobado la asignatura "Coraje", pero a veces las piedras del camino son tan grandes que no podemos sortearlas con nuestros maltrechos cuerpos.
Solo buscamos un poco de justicia, somos tan víctimas como esos que buscan en las cunetas, tal vez más, puesto que aquellos dejaron de sufrir mientras que nosotros comenzamos ha hacerlo, e incluso hoy seguimos, ya muy cansados, pero luchando, todos y cada uno de los días de nuestra existencia. Y si se nos olvida que somos diferentes, siempre hay alguien que se ocupa de despertarnos.
Se retrasó la vacunación por una simple cuestión de orgullo ante el resto del mundo, los hijos del régimen no se contagiaban, así pues se ordenó negar los casos, esconderlos en los años cruciales, todos somos del 55 al 63.
No quisiera marcharme sin haber hecho pagar al Estado esa negligencia, da igual que ya no esté quien la cometió, el Estado es el mismo, el que no me perdona impuestos ni pecados.
Quiero ser resarcido, con todo el colectivo infectado, todos y cada uno. ¿Se puede valorar económicamente una vida de lucha en inferioridad de condiciones? Seguramente no, pero al menos que no nos hagan ahora, además, la faena de pagarnos una mísera pensión.
Porque no, compañeros de penurias, no nos permiten ni jubilarnos. No tenemos esa enfermedad profesional por la que jubilan parcialmente a miles, que cobran pensión y trabajan en otra profesión. Nosotros no, "porque ya lo teníamos" no lo hemos adquirido "lo teníamos".
Estamos en tierra de nadie, olvidados y cada vez más mermados en número.
El mundo está previsto para que los humanos caminen por él con cuatro miembros en perfectas condiciones de funcionamiento, y además muy competitivo. He notado que había mucha más concienciación en mi juventud que ahora, los chavales te miran como si fueras un mutante de uno de sus juegos, para ellos no eres real.
Lo penoso es cuando vas a una entrevista de trabajo, ahí no son chavales sino profesionales de la imagen impecable y buena presencia ante todo, pero claro, ¿a qué cojo o manco le sienta bien un traje?
En definitiva que decidimos todos avanzar arrastrando el peso que nos tocó llevar, y sin perder el coraje lo conseguimos, pero entonces nos enteramos que a muchos de nosotros... ¡zas! nos golpea de nuevo, el dichoso virus parece decidido a volver para rematarnos.
Y entonces ya no sabes si tu coraje se tambalea y es la rabia la que te mueve, o la resignación la que te postra. Pero llegados a este extremo os pido no rendiros, debemos demostrar que el alma de una persona con vida difícil es especialmente fuerte.
Tanto si odia como si ama lo hará con más fuerza, pero sobre todo si comprende lo hará mejor. Seguro que todos nosotros en el último suspiro consciente pensaremos en el o los miembros afectados, yo personalmente pienso sonreír.
Pero dejemos a un lado las sensiblerías que no hay tiempo para ello, vamos a organizar la demanda, vamos a intentarlo de nuevo, con más fuerza esta vez.
Sabemos que en Europa están tirando constantemente a los gobiernos españoles porque aquí no se hacen las cosas debidamente, es un país de poco respeto en general, de poco obrar justo. Vayamos unidos a por el reconocimiento, que frene el olvido al que estamos abocados si no hacemos nada y sobre todo que nos ayuden de una vez a llevar algo que tiene culpable.




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