lunes, 10 de septiembre de 2018

Desde mi libertad.


Soy consciente de que las situaciones individuales de las personas que padecimos la pandemia de la polio son muy diferentes y nuestras experiencias vitales, diversas también en cuanto a obstáculos, sufrimientos, oportunidades y demás circunstancias. 
En la mayoría de los casos, la infancia de muchos de nosotros es muy similar: origen humilde, largas estancias en aquellos hospitales de " campaña", intervenciones quirúrgicas en las que fuimos conejillos de India, dolorosos períodos de rehabilitación para conseguir el movimiento del miembro reconstruido, no siempre con el éxito postoperatorio deseado, etc.

Más tarde, cuando ya parecía que lo peor había pasado, aparece el SPP con los resultados que todos conocemos.

Sin embargo, tanto en la etapa infantil como en la actual, cada persona ha reaccionado ante su discapacidad de distinta manera. 
Y desde aquí y desde mi libertad quiero reivindicar la mía. 
La polio hasta el día de hoy no ha representado ningún tipo de tragedia ni drama en mi existencia.

No me ha impedido llevar una vida plena si bien es cierto que algunas actividades me estuvieron vetadas. Pero esto le ocurre a todo el mundo, tenga o no polio. No ha sido impedimento para acceder a la cultura y ejercer una profesión en la que he disfrutado mucho. No ha acabado con mi interés y mi curiosidad por el mundo que me rodea. 
No ha conseguido que el rencor, el odio o la amargura hayan anidado en mi alma. Ya estos sentimientos abundan demasiado en la sociedad para que yo además sume mi porción. 

Como cualquier otro ser humano con polio y sin ella, he tenido y tengo momentos felices y otros de tristeza. 

Jamás me he considerado ni víctima ni heroína de mis circunstancias. Tanto es así que de la misma manera que rechazo la lástima o la solidaridad mal entendidas, tampoco me gusta que me pongan de ejemplo ni admiren " mi fortaleza, mi fuerza de voluntad"o cualquier otra cualidad parecida.

Soy un ser humano como cualquier otro, con unas épocas mejores y otras peores, con sus virtudes, sus defectos y sus miserias, sólo que entre éstas últimas no ha entrado jamás el víctimismo.

Sólo me indignan las injusticias y, entre ellas, está la que sufren todos aquellos compañeros a los que se les negó la vacuna porque se negaba la pandemia. 

Tampoco fue mi caso porque como he comentado otras veces, el mismo año en que el doctor Salk dio a conocer su descubrimiento, la polio ya compartía mi infancia.

Así que, aunque a algunos os parezca una ilusa ni siquiera me veo como una persona enferma.
Soy una persona con discapacidad física y punto.

MARÍA JOSÉ RAMOS MESA




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