sábado, 20 de octubre de 2018

    MANOLIN Y LA PRINCESA DE LAS PIERNAS DE HIERRO

       (Relato de M Carmen Martínez-Raposo Piedrafita)



 Hace un rato que ha pasado el Doctor Juan Pablo a verme, me encanta como huele, y su  bata  blanca, llena de bolis y libretas..
     Tiene las manos enormes y suaves, siempre me acaricia la mejilla al irse y siempre me promete traer historias si hago los ejercicios, me dice que tengo que enseñarles a mis piernas a caminar para poder ir a todos los lugares de las historias que tanto él como mamá me cuentan.
     Casi siempre se sienta en mi cama y me dibuja cosas y escribe palabras...a veces me cuenta historias, que se quedan a medias, para que yo se las termine de contar al día siguiente...y se ríe.
No se ríe casi nadie aquí en el hospital.
  
    Hoy me ha dejado una libreta y un boli que no va bien (mañana le voy a decir que me lo cambie) y me ha empezado a contar un cuento de una princesa que tenia las piernas de hierro porque un hada mala le hizo un maleficio y por eso se le  estropeó las buenas y el hada buena le había regalado esas de hierro para que pudiera caminar y jugar con el príncipe valiente y los otros...

     Me ha dicho el doctor, que mañana lo termine yo,   digo el cuento y se lo cuente  cuando venga, y que yo soy como la princesa, pero en niña.

     No he entendido por qué el hada buena no había arreglado las piernas estropeadas de la princesa en vez de darle las de hierro ...
    Se lo he preguntado a mamá y no se porqué se ha quedado en silencio y he visto que tenia lagrimas en los ojos.
    Le he dicho que no se ponga triste, que el doctor me va a poner a mi bien las piernas pero que si no, he visto que en el jardín hay niños con hierros y que juegan mucho y están riéndose.

    Cuando ha llegado la hora de la merienda, como no he visto a Manolin en el gimnasio,  he preguntado por él y me ha dicho la monja que estaba un poco peor y que le habían llevado al pulmón de acero. Como no sabia que era eso Sor Carmen me lo ha explicado, es que no le funcionan los pulmones, como a mí y a la princesa las piernas, me ha dicho que si me tomo la leche, verá si puedo entrar a verle.

   Me he puesto muy pesada,  dice mamá,  pero la Sor ha venido a por mi y me ha llevado a ver a Manolin, solo se le veía la cabeza,  pero se ha puesto muy contento, le han puesto en un tubo grande que hace mucho ruido y sopla...me he quedado triste y cuando he vuelto a mi habitación le he preguntado a mamá si a mi también me van a poner  en ese sitio tan horrible, me ha dicho que no, y entonces le he pedido que me ayude a hacer el cuento para el doctor, pero en lugar de princesas, voy a hacer uno de héroe como Manolin, que no lloraba, pero yo se que tenia ganas.

    Si me dejan mañana se lo iré a contar.
Y luego, cuando ya sea mayor, yo también voy a ser médico, para inventar unas cosas para que nadie se enferme, y si no puede ser, que no les duela tanto.

En memoria de todos los niños-héroes valientes, los que siguen vivos y los que murieron y de  ese médico del que desconozco todo salvo su nombre, a mis padres que hicieron que fuera autónoma y que me prepararon para tener una existencia normalizada,  consiguiendo que mi vida estuviera llena de esperanza.
Y al doctor Adrian Sanchis, un médico rehabilitador formado en EEUU, que me acompañó a mí y mis padres, con total altruismo y siempre con una sonrisa en el duro trabajo de recuperarme en lo posible. Con él, aprendí en el Hospital Clínico San Carlos (actualmente museo Reina Sofía) los nombres de los músculos de mis piernas cuando les daba clase a los estudiantes, el que más gracia me hacía era el “tensor de la fascia lata”. Yo tenía solamente 5 años, seguramente por eso, luego decidí yo también ser médico.


2 comentarios:

  1. Me encanta tu forma de contar, tanta fuerza...

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  2. Me encanta saber de ti Carmen. Te recuerdo con muchísimo cariño 😘😘😘

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