MANOLIN Y LA PRINCESA DE
LAS PIERNAS DE HIERRO
(Relato de M Carmen Martínez-Raposo Piedrafita)
Hace un rato que ha pasado
el Doctor Juan Pablo a verme, me
encanta como huele, y su bata blanca, llena de bolis y libretas..
Tiene las manos enormes y suaves, siempre
me acaricia la mejilla al irse y siempre me promete traer historias si hago los
ejercicios, me dice que tengo que enseñarles a mis piernas a caminar para poder
ir a todos los lugares de las historias que tanto él como mamá me cuentan.
Casi siempre se
sienta en mi cama y me dibuja cosas y escribe palabras...a veces me cuenta
historias, que se quedan a medias, para que yo se las termine de contar al día siguiente...y
se ríe.
No se ríe casi nadie aquí en el hospital.
Hoy me ha dejado una libreta y un boli que
no va bien (mañana le voy a decir que me lo cambie) y me ha empezado a contar
un cuento de una princesa que tenia las piernas de hierro porque un hada mala
le hizo un maleficio y por eso se le
estropeó las buenas y el hada buena le había regalado esas de hierro
para que pudiera caminar y jugar con el príncipe valiente y los otros...
Me ha dicho el doctor, que mañana lo
termine yo, digo el cuento y se lo
cuente cuando venga, y que yo soy como
la princesa, pero en niña.
No he
entendido por qué el hada buena no había arreglado las piernas estropeadas de
la princesa en vez de darle las de hierro ...
Se lo
he preguntado a mamá y no se porqué se ha quedado en silencio y he visto que
tenia lagrimas en los ojos.
Le he
dicho que no se ponga triste, que el doctor me va a poner a mi bien las piernas
pero que si no, he visto que en el jardín hay niños con hierros y que juegan
mucho y están riéndose.
Cuando
ha llegado la hora de la merienda, como no he visto a Manolin en el
gimnasio, he preguntado por él y me ha
dicho la monja que estaba un poco peor y que le habían llevado al pulmón de
acero. Como no sabia que era eso Sor Carmen me lo ha explicado, es que no le
funcionan los pulmones, como a mí y a la princesa las piernas, me ha dicho que
si me tomo la leche, verá si puedo entrar a verle.
Me he puesto muy pesada, dice mamá,
pero la Sor ha venido a por mi y me ha llevado a ver a Manolin, solo se
le veía la cabeza, pero se ha puesto muy
contento, le han puesto en un tubo grande que hace mucho ruido y sopla...me he
quedado triste y cuando he vuelto a mi habitación le he preguntado a mamá si a
mi también me van a poner en ese sitio
tan horrible, me ha dicho que no, y entonces le he pedido que me ayude a hacer
el cuento para el doctor, pero en lugar de princesas, voy a hacer uno de héroe
como Manolin, que no lloraba, pero yo se que tenia ganas.
Si me
dejan mañana se lo iré a contar.
Y luego, cuando ya sea mayor, yo también voy a
ser médico, para inventar unas cosas para que nadie se enferme, y si no puede
ser, que no les duela tanto.
En
memoria de todos los niños-héroes valientes, los que siguen vivos y los que
murieron y de ese médico del que
desconozco todo salvo su nombre, a mis padres que hicieron que fuera autónoma y
que me prepararon para tener una existencia normalizada, consiguiendo que mi vida estuviera llena de
esperanza.
Y al doctor Adrian Sanchis, un médico rehabilitador formado en
EEUU, que me acompañó a mí y mis padres, con total altruismo y siempre con una
sonrisa en el duro trabajo de recuperarme en lo posible. Con él, aprendí en el
Hospital Clínico San Carlos (actualmente museo Reina Sofía) los nombres de los
músculos de mis piernas cuando les daba clase a los estudiantes, el que más
gracia me hacía era el “tensor de la fascia lata”. Yo tenía solamente 5 años,
seguramente por eso, luego decidí yo también ser médico.
Me encanta tu forma de contar, tanta fuerza...
ResponderEliminarMe encanta saber de ti Carmen. Te recuerdo con muchísimo cariño 😘😘😘
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